El acusado de "egoísta", al final es el más sano

La palabra “egoísta” suele resonar en lo más profundo de los valores morales y el sistema de creencias de las personas; y a pesar de que significa “anteponer nuestros deseos a los de otros”, actuar según las necesidades propias habla de un individuo libre de culpas y de frustraciones.

Vivir una vida intentando complacer a todos es imposible, sobre todo cuando cada uno desea una cosa diferente. Satisfacer la vasta gama de caprichos ajenos que se nos reclaman a diario no es nuestra responsabilidad, incluso cuando por la necesidad de obtener amor, absolución o aceptación creamos que así sea.

Y aunque pongamos nuestro mayor empeño en comportarnos cariñosos, agradables, inteligentes y todo aquello que creamos virtudes de la personalidad, siempre se cruzará en nuestro camino alguien que por sentirse amenazado o a disgusto no valorará para nada nuestro esfuerzo o nuestro sacrificio despreciándolo ante la menor oportunidad.

Comprender la importancia del amor propio significa que cada persona puede comenzar a valorarse más, con ello legitimará su capacidad de decidir con libertad sobre las diferentes opciones que se le presentan y no sucumbir ante la mirada del otro preocupándose por lo que hará, pensará, o dirá de nosotros. Y un individuo en sociedad solamente puede considerar actuar solidariamente cuando ha superado la barrera del condicionamiento que pretenden ejercer las personas que lo rodean, y con ello conseguir la fortaleza necesaria para ver las cosas desde la óptica real (mucho más positiva) y adquirir la sabiduría que luego podrá transmitir.

Además, creer que en un acto altruista se debe ayudar a quien lo necesite anteponiendo sus necesidades a las de uno es un concepto por completo erróneo, ya que no podremos hacer por otros lo que primero no fuimos capaces de hacer por nosotros. De ésta forma, creemos que estamos siendo solidarios y lo que provocamos es un daño mayor a nuestra propia persona, ya que éste comportamiento por demás ineficaz suele atribuirse a aquellos individuos que sin haber podido solucionar sus propios problemas intentan resolver situaciones de otros como una excusa para evadir la confrontación con su propia problemática.

Pensar primero en nosotros no necesariamente nos convierte en personas crueles o frívolas. Si lo hacemos con respeto y conciencia de lo beneficioso que resultará, tanto para nosotros como para quienes nos rodean se convierte en uno de los pasos fundamentales para el largo camino hacia la autosuperación personal y social.


Viviana Vitulich

1 comentario:

  1. Hay una linea muy delgada entre este planteo y el hedonismo.

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