Reconocimiento al Servicio de Neonatología del HAPVR

Al igual que muchos otros sectores de la salud pública con los que por diversas circunstancias uno comienza repentinamente a relacionarse, en este caso realmente merece un sincero reconocimiento el Servicio de Neonatología del Hospital de Villa Regina.

No había tenido antes la oportunidad de interiorizarme del funcionamiento del Servicio, así como tampoco conocer valioso personal con que cuenta. El dedicado trabajo de los pediatras y enfermeras es en verdad invaluable. Además de la laboriosa y esmerada atención a los bebés que por distintas e infortunadas circunstancias allí se encuentran, hacen lo imposible por calmar o disminuir los momentos de angustia de las mamás, notificando constantemente el estado del bebé, explicándoles cada acontecimiento y naturalizando los distintos comportamientos de las criaturas, novedosos especialmente para las primerizas.

Con una habitación generosamente “prestada” por el servicio de maternidad, a la que han logrado amoblar con tres camas mediante el esfuerzo propio, ofrecen hospedaje a las mamás que una vez dadas de alta, deben permanecer en el hospital junto a sus bebés para amamantarlos o tener el mayor contacto posible con ellos. Por su parte el hospital, actualmente bajo la dirección del Dr. Daniel Fioretti, continúa efectuando en esta habitación el servicio de alimentos y limpieza.

Los pediatras que he tenido el gusto de conocer, han sido absolutamente cálidos, claros en sus explicaciones y sobre todo comprensivos del estado de fragilidad e inestabilidad emocional que en ese momento atraviesan las mamás. Constantemente han brindado calma, ante la situación que desde mi perspectiva se veía más angustiante de lo que realmente era. Con evaluaciones permanentes del estado del bebé, antes de indicar el alta del mismo, también se informan de la situación familiar de su mamá, para obtener una idea aproximada de cómo será el desempeño de la misma en el hogar: si cuenta con ayuda, si se siente preparada, si tiene los medios para desenvolverse o contactarse con el hospital en caso de alguna eventual emergencia; e intentan evacuar la mayor cantidad de dudas y disipar miedos irracionales para que actúe con seguridad. Asimismo recomiendan hábitos saludables en los primeros días en casa con el bebé, como salir a tomar aire, dar paseos, retomar las actividades habituales y no recluirse en camisón; para lograr una evolución física y mental sana tanto de la mamá como consecuentemente del bebé.

Por su parte el grupo de enfermeras es absolutamente dedicado, ellas desde su lugar también hacen lo posible para reanimar y tranquilizar a la mamá. Mientras le enseñan algunos cuidados del bebé como la posición correcta para darle pecho o mamadera, o hacer provechito; brindan agradables charlas e intercambian amenos diálogos. Cuando la mamá debe acudir al sector de incubadoras para amamantar al bebé cada dos horas, en la madrugada acuden a la habitación tantas veces como fuera necesario a llamarla si se quedó dormida.

En lo personal, el equipo a mí me ha enseñado todo: a dar la teta, a cambiar el pañal, a vestir al bebé, a sostenerlo, entre muchas otras cosas. Lamentablemente no he tenido el agrado de conocer el nombre de todos ellos, ya que de haberlo hecho me hubiera sido sumamente placentero mencionarlos con merecida distinción.

Y cuando anteriormente dije que “no había tenido la oportunidad de interiorizarme del funcionamiento del Servicio, así como tampoco conocer valioso personal con que cuenta”, es porque en esa semana de momentos angustiantes, pude tomar contacto con los pediatras y enfermeras cada vez que lo necesité, para hacer las preguntas que me surgían que a mis ojos eran de gran importancia; cosa que no hubiera sucedido de haber tenido el alta a los dos días. Es por ello que reflexiono y recuerdo que en cada crisis hay una oportunidad, detrás de todo lo malo hay algo bueno y con cada infortunio tenemos la dicha de conocer personas maravillosas.

Al equipo del Servicio de Neonatología: un sentido GRACIAS.

La mamá de Juan.