Influencia de los traumas acumulativos interpersonales en la génesis de los desórdenes de la personalidad.

El trauma acumulativo interpersonal consiste en la repetición de eventos reales y desfavorables en la historia vincular de un sujeto, y que puede comenzar en la infancia. Abarca situaciones que van desde la violencia verbal y/o física, el abuso sexual hasta distintas modalidades de parentalidad disfuncional, como las constantes amenazas o la descalificación permanente de una figura parental hacia su hijo.


La particularidad del trauma acumulativo interpersonal, su mayor potencia traumatogénica, reside en el hecho de padecer generalmente el maltrato justamente por parte una figura de apego o vínculo afectivo cercano y prolongado de los cuales se esperaría cuidado, apoyo y protección.
Distintos ejemplos de parentalidad disfuncional que pueden acarrear marcas traumáticas en el desarrollo de la personalidad:
1.   Negación de la percepción del niño de ciertos eventos familiares: Numerosos progenitores que crean condiciones adversas para sus hijos no desean que éstos los adviertan o reconozcan. Estos padres tratan de influenciar a sus hijos para que minimicen su percepción de los aspectos negativos y maximicen la percepción de los aspectos positivos de su conducta parental. Así, tratan de hacerles creer que ellos –como madres o padres– son mucho mejores de lo que parecen. Este adoctrinamiento no sólo puede causarles culpa y sentimientos conflictivos a los hijos, sino también provocarles perturbación cognitiva.
Comunicaciones como: “deberías agradecerme todo lo que hice por vos. No me merezco las críticas que me haces”, pueden no sólo causar culpa y sentimientos conflictivos, sino también interferir en el desarrollo de las habilidades perceptivas y cognitivas.
La mayoría de los niños prefieren evaluar a sus padres de manera favorable, evitando reconocer muchas de sus deficiencias, para no sentirse desamparados o desprotegidos. Como ya lo dijimos es muy difícil asimilar que la misma persona de la que se espera respeto y comprensión tenga conductas de desconsideración con uno mismo, sobre todo cuando se es niño. El efecto de este tipo de conductas parentales en el desarrollo mental del niño es la presencia de la disociación.
2.   Invalidación de la petición infantil de apoyo y comprensión: los progenitores que rechazan los pedidos de apoyo por parte de los hijos son propensos a interpretar las demandas de afecto de una manera que redundará desfavorablemente en el concepto de sí mismo y la autoestima. Tal puede ser el caso de una niña que está llorando y su madre le dice: “¡Eres una egoísta! ¿Te crees que debo perder el tiempo escuchándote?”.
3.   Invalidación de la experiencia subjetiva del niño: una manera de adaptar la realidad a los deseos parentales es la de invalidar los sentimientos que tiene el niño, particularmente cuando estos sentimientos no resultan placenteros porque surgen de una realidad que los padres quieren negar. Como resultado, requieren del niño que aparezca siempre como contento y bien dispuesto hacia ellos. “Creo que ustedes no me cuidan como debieran”.
4.   Comentarios que niegan el derecho de los niños a tener opiniones: son comunicaciones que indican o que el niño no tiene derecho a opinar o que sus opiniones no deben ser tomadas en serio. “No te metas”, “Vos te callás”.

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